sábado, 21 de marzo de 2015

CIENCIA, La dulzura del sorbitol

LA DULZURA DEL SORBITOL

El sorbitol, o E-420, es un polialcohol de azúcar descubierto por el francés Boussingault en 1872 en las bayas de la planta capudre o Sorbus aucuparia. De forma industrial, el sorbitol, cuya fórmula es C6H14O6, se obtiene por reducción del monosacárido más común, la glucosa. Está también presente en la naturaleza, como uno de los tres glúcidos principales producidos por la fotosíntesis en las hojas adultas de ciertas plantas de las familias Rosaceae y Plantaginaceae. También se encuentra en las algas rojas y, junto a la fructosa, la glucosa y la sacarosa, en algunas frutas como las peras, las manzanas, las cerezas y los melocotones.

 Usos 

Tanto en su forma natural como sintética se utiliza en muchos tipos de productos, desde los orientados a la alimentación, como en textiles, papeles, cosméticos y productos químicos. También es interesante su uso como por su gran propiedad emulsionante para la preparación de productos de repostería, ya que impide que se separe la parte acuosa de la grasa. 
Pero, principalmente, el sorbitol se emplea como edulcorante en los alimentos dietéticos. Se le califica como
edulcorante nutritivo porque cada gramo contiene 2,4 calorías, bastante menos que las 4 que tiene la sacarosa o el almidón. Y es el edulcorante que suelen contener los chicles “sin azúcar”. No provoca subidas de azúcar en sangre, puesto que para su metabolización no es necesaria la insulina. Por lo tanto, su absorción es más lenta que con la sacarosa.
Además, previene la formación de la placa bacteriana, evitando las temidas caries, por lo que también es utilizado en las pastas dentífricas.

Efectos secundarios

Sin embargo, un consumo superior a 50 gramos al día puede generar malestares gastrointestinales como distenciones abdominales, flatulencias o diarreas osmóticas. Se han visto casos en los que aparte de causar diarreas crónicas y problemas gastrointestinales, por su gran efecto laxante, puede provocar una pérdida de peso importante en el consumidor habitual.

También se ha relacionado con la aparición de acidosis, pérdida de electrólitos, diuresis elevada, retención urinaria, edema, sequedad bucal, sed y deshidratación, así como con trastornos cardiopulmonares (hipotensión, taquicardia, congestión) y otras reacciones como fiebre, escalofríos, rinitis, diarrea, vómitos, náuseas, reacciones alérgicas e incluso urticaria.

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